En esta sociedad cada vez somos más conscientes de los beneficios que tiene para nosotros llevar un estilo de vida saludable y sabemos que la alimentación es un pilar fundamental junto con la práctica regular de actividad física moderada y cultivar el bienestar emocional y el descanso necesario.
La comida además de ser necesaria para nutrirnos y para el mantenimiento de nuestras funciones vitales, suele ser muchas veces un acto social. Tenemos la costumbre de celebrar casi todo en torno a una mesa, y estas fechas son un claro ejemplo de ello. Si a esto le sumamos que hoy en día han cambiado nuestros hábitos nutricionales, que llevamos un ritmo de vida acelerado y que la conciliación de nuestra vida personal y laboral resulta difícil cuidar la alimentación.
Diciembre, mes de fiestas por excelencia. Se suceden las celebraciones con la familia, los amigos, compañeros de trabajo, todas esas personas que queremos y que quizá el resto del año no vemos y nos apetece compartir estos días con ellos.
Parece que hemos asumido que la Navidad es una época de excesos, (comidas muy calóricas, abundantes, grasas saturadas, dulces de postre, brindis, brindis y más brindis) contra los que nada podemos hacer. Muchas veces utilizamos la excusa: “total, si ya empiezo en enero con los buenos propósitos”: apuntarme al gym, salir a correr, comer saludable, ponerme a dieta. Pero, también sabemos por experiencia, que, en la mayoría de los casos, terminan con el abandono dentro del primer mes si con suerte lo hemos siquiera intentado…
La buena noticia es que Sí hay alternativa y podemos disfrutar de unas Navidades saludables, sin que nuestra báscula se mueva demasiado y sobre todo sin que nuestra salud se resienta.
Llega la Navidad, ¿qué está en mi mano para evitar ganar esos kilos de más y que no se resienta nuestra salud?
Es importante tener presente que el objetivo principal de la celebración debería ser compartir y disfrutar con nuestros seres queridos, de su compañía, su conversación, su cariño en un ambiente relajado. Mientras que comer y brindar deberían ocupar un segundo lugarJ
· Ceñirse a los días de fiesta.
Recordemos que las Navidades no son todo el mes de diciembre, aunque es cierto que cada vez empiezan antes. Podemos reducir los excesos a los días señalados o a la celebración. No vale aprovechar “como ya me he saltado los buenos hábitos en la comida, me salto también la cena y el desayuno”…Eso es trampa J
· Compensar los excesos “con cabeza”
o No saltarse comidas pensando que esas menos calorías que ingiero, me supondrán un ahorro y tendré “barra libre” para después excederme. Si actuamos así, llegaremos a la comida/cena con más hambre y comeremos más cantidad sin escuchar las señales de saciedad de mi cuerpo y pagando luego las consecuencias.
o Además, si pensamos que con eso ahorramos calorías, el efecto es el contrario, el cuerpo detecta la sensación de hambre y activa el modo ahorro. Esto se traduce en mayor acumulación de grasa (porque el cuerpo que es sabio reserva para cuando se produzcan otros momentos de hambre).
o Lo que hay que hacer es tratar de compensar de forma saludable: si la cena ha sido copiosa, procuro hacer una comida ligera pero completa (una buena ensalada y pescado al horno), pero no me salto ninguna.
· Para preparar el menú: ¿por qué no empezar sustituyendo o reduciendo alimentos muy calóricos, por otros más ligeros y nutritivos? Sí, también es compatible con “deliciosos”.
o Incluye opciones de entrantes saludables: reduzcamos o sustituyamos los embutidos por patés de legumbres, verduras, etc. mucho más ligeros y saludables y que, además, aportan color y originalidad a nuestra mesa.
o Empieza con caldos, consomés, cremas ligeras, que nos irán saciando y así evitamos comer más cantidad del resto de platos que suelen ser más calóricos.
o Una buena ensalada de acompañamiento es mejor opción que unas patatas fritas, pero eso seguro que lo sabemos, aunque a lo mejor no nos apetece oírlo. J
o Y Sí, podemos comer de todo, pero controlando las cantidades. No es necesario llenar el plato de los segundos o terceros (carne/pescado). Además, si usamos platos más pequeños nos ayudará a controlar el tamaño de las raciones sin casi darnos cuenta. Puedo comer de todo pero sin excesos y mejor No repetir de nada.
o También en el postre podemos incluir opciones saludables. La fruta suele gustar a casi todos y nos apetece más si nos la dan preparada ¿verdad? La piña, la papaya son digestivas, nos vendrán muy bien. También hay muchos postres caseros saludables que podemos preparar, por ejemplo, usando el yogurt o los frutos secos. Las presentaciones también son una baza a jugar: mejor en vasitos pequeños y cortes pequeños, que podamos saborearlos sin que se conviertan en bombas calóricas. ¿Y los dulces típicos navideños? Dice la tradición que no pueden faltar en la mesa, pero mejor servirlos en cortes pequeños. Y no hace falta tener las bandejas llenas de polvorones, turrones, mazapanes todo el mes de diciembre; conviene sacarlos solo el día de la celebración J
o Si tomamos vino o bebidas azucaradas, es aconsejable alternarlos con agua. Las bebidas alcohólicas serán mejor asimiladas por el cuerpo y estaremos mejor hidratados si además tomamos agua.
Si seguimos estos consejos y, además no descuidamos el ejercicio físico, la nota ya será de 10 y nuestro cuerpo nos lo agradecerá. Si no vas al gimnasio, tienes otras opciones, corre, camina, sube escaleras; lo que prefieras, pero mantente activo. Y aquí tampoco vale “si total ya empiezo en enero”. Los gimnasios están llenos en enero de personas con muy buenos propósitos, pero ¿cuántas los mantienen?
¡Os deseamos unas muy Felices y Saludables Fiestas y un Feliz 2019 cargado de salud!
Mercedes Gállego y Luis Gállego








