Compartimos la reseña del libro “La alimentación y las emociones” de Montse Bradford, escritora barcelonesa y experta en alimentación energética, que tiene en su haber más de diez libros sobre el tema en español e inglés.

En el presente, publicado en 2012, desarrolla su teoría sobre la influencia de la alimentación en el ser humano en un sentido integral valorando como afecta a cada uno de los tres cuerpos que lo componen: físico, mental y emocional. Para ello parte de la creencia de que el objetivo principal de la vida debería ser lograr armonizar estos tres planos y que, en ese empeño, la comida desempeña un papel crucial.

En ese sentido, otra de las tesis del libro es que gran parte de los problemas alimenticios derivan de la confusión que generan las necesidades de nuestro cuerpo físico con las de los otros dos mencionados.

Para exponer su visión la autora parte de una división de los alimentos en tres grupos según su tipo de energía: los de energía extrema yin, los moderados y los yang extremos.

Así, los yin poseen una energía centrífuga, expansiva, que hincha, inflama en exceso. Tienen un efecto de acidificación del ph de la sangre y, por tanto, de desmineralización. Generan adrenalina y debilidad del sistema nervioso, óseo, circulatorio y endocrino. También favorecen que surjan emociones de evasión, dispersión y desconcentración. En este apartado se incluirían:

-azucares refinados,

-lácteos blandos,

-especias,

-hierbas aromáticas,

-frutas tropicales o muy expansivas,

-verduras solanáceas,

-algas de lago,

-alcohol,

-estimulantes,

El segundo grupo estaría formado por los alimentos moderados que proporcionan un aporte de energía equilibrado y sin altibajos y provocar la liberación de endorfinas y, por tanto, un estado de bienestar natural. Entre estos encontraríamos:

-frutas secas locales,

-frutas frescas locales y de temporada,

semillas y frutos secos,

-verduras locales y de temporada,

-endulzantes moderados naturales,

-algas de mar.

Y, para terminar, se expone que los de energía extrema yang aportan una energía centrípeta que acumula, bloquea, asociada al peso denso, calor y tensión en extremo. Provocan el bloqueo de órganos como el hígado, la vesícula biliar, el bazo, el páncreas y generan un ph ácido en la sangre, con la consiguiente aparición de estrés, enfermedad y desequilibrio. Emocionalmente este tipo de alimentos favorecen la tensión, la agresividad, la cólera y todo tipo de emociones de exceso. En este grupo se incluirían:

-carnes y grasas saturadas,

-embutidos,

-aves,

-quesos secos y salados,

-huevos,

-horneados,

-galletas y pan,

-sal cruda,

-condimentos salados.

Esta clasificación permite desarrollar un estudio de las necesidades nutricionales y energéticas que se esconden detrás delapego a cada tipo de comida extrema y como se pueden compensar en la cocina.

A este respecto se indica que los apegos pueden deberse a carencias nutricionales del cuerpo físico como proteínas, carbohidratos, minerales, etc. Pero, muy a menudo, su origen son problemas del cuerpo emocional. Éstee busca y requiere alimentos yin para evadirse y dispersarse o, por el contrario, los yang para cerrarse y crear barreras para protegerse y aislarse. En ambos casos, el problema sólo se evitará de esta forma a corto plazo y habrá que afrontarlo más adelante para aprender la lección necesaria.

A partir de esta base, Bradford analiza las carencias físicas, emocionales y energéticas que se esconden detrás del deseo de cada alimento y como compensarlos en la cocina (productos animales, productos lácteos, dulces, bollería y productos horneados, aceites y grasas, alcohol, café, snacks salados).

Además, en el libro no sólo analiza el efecto energético, emocional y mental de cada alimento, sino que se va más allá para analizar también las consecuencias sobre estos niveles de los sabores, los colores, las texturas e, incluso, las diferentes formas de cocinar el alimento.

Por tanto, su propuesta de alimentación ideal es aquella basada en alimentos simples, naturales y con energía vital. En la práctica la sabiduría de Montse Bradford propone que se incluyan en el plato de cereales integrales, proteínas vegetales y pescado, semillas y frutos secos, verduras y frutas locales y de temporada, algas, condimentos y endulzantes naturales, pero siempre cocinados de forma atractiva y apetecible para los sentidos.

Además de todo lo expuesto hasta ahora, en esta obra se hace una defensa decidida del sabor dulce en la cocina conseguido de manera natural por sus beneficiosos efectos a nivel emocional y mental. A ese respecto se recomienda incorporar la dulzura en la dieta a través de:

-cremas de verduras de raíz y redondas,

-cereales integrales,

-leguminosas

-frutas frescas o secas

Lo cual contribuirá a sentirse menos nervioso y tenso y tonificar estómago, bazo y páncreas. A un nivel más profundo favorece la relajación, la apertura y la armonía. Al mismo tiempo se evitará buscar este dulzor en otros productos nutricionalmente negativos que desmineralizan y debilitan como dulces refinados, pastelería, chocolate, etc.

También llama la atención en el sistema expuesto por Montse, la crítica que se realiza a la sacrosanta y publicitada dieta mediterránea, a la que pone reparos porque utiliza demasiado aceite, especias, vinagre y sal para compensar el consumo excesivo de productos animales con grasas saturadas. Además, se critica su falta de dulzor que favorece que se busquen postres con azúcar refinado para compensar.

También se aleja de la ortodoxia nutricional al aconsejar un consumo moderado de miel; producto tan defendido por otros autores debido a sus cualidades nutritivas mientras que, en este libro, su consumo es recomendado sólo en situaciones de mucho esfuerzo físico por su capacidad de producir energía instantánea, pero teniendo en cuenta que va acompañada de acidificación y desmineralización.

A continuación se aportan consejos complementarios entre los que se puede mencionar:

-comer con presencia,

-no hacerlo de restos,

-combinarlo con un descanso correcto.

De tal forma que se amplía el campo de estudio hasta dar una visión global del proceso de nutrición que incluye el descanso, el aprovechamiento del tiempo, la atención, etc.

Pero lejos de quedarse en este profundo análisis de la alimentación como fuente de salud o de enfermedad, el libro concluye analizando el funcionamiento de los cuerpos emocional y mental aportando consejos para conseguir el objetivo al que debe aspirar todo ser humano de armonía, paz y amor.

Respecto al cuerpo emocional se indica que somos mucho menos conscientes de su existencia y de sus necesidades que del físico y el mental. Y se señala que los motivos de este olvido suelen ser:

-la falta de consciencia y presencia para vivir en el momento presente

-la falta de valor para enfrentarse a las emociones reprimidas

-la inflexibilidad y rigidez.

Luego se explica la relación que tiene cada emoción con los órganos a los que está más asociada. Y se añade que es imprescindible afrontar y reciclar estas emociones, para lo cual se proponen varios ejercicios.

En cuanto a la relación de éstas con la comida se indica que debemos evitar utilizarla como premio o castigo pues de esa forma buscamos ocultar el problema con placer sensorial o una evasión energética. Esto es especialmente evidente en la ansiedad emocional cuando se trata de paliar con alimentos de energía yin: alcohol, azucares refinados, chocolate, lácteos blandos, etc. Energéticamente en estos casos se intenta apagar el volcán emocional con alimentos que dispersan y enfrían, pero sin tener en cuenta sus efectos secundarios.

Por otra parte se recuerda que las emociones con las que se cocinan los platos influyen en su resultado final ya que no es lo mismo hacerlo con amor y tranquilidad que cuando se está colérico, estresado o sin ganas. A ese respecto se recomienda intentar cocinar con una actitud de aprecio a las materias primas y con predisposición de generar salud, alegría y bienestar.

En lo que atañe al cuerpo mental se comienza recordando la importancia que tienen los pensamientos porque generan las palabras y las acciones con las que nos relacionamos con los demás y con el mundo. A partir de ahí se recuerda cual debe ser la actitud correcta respecto al pasado, el presente y el futuro. También se facilitan consejos y ejercicios para fomentar el autocontrol, el agradecimiento, el perdón y la fortaleza de espíritu.

Respecto a la relación de los alimentos y lo mental se reitera lo ya dicho de que los elementos de energía extrema yin generan pensamientos de dispersión, evasión, sin dirección, control ni orden; mientras que los yang provocan pensamientos tensos, agresivos y coléricos.

En definitiva este interesante y profundo libro supera ampliamente lo prometido en el título para incluir la gestión de las emociones y la mente y convertirse en un manual del buen vivir en el sentido más noble de esa expresión[1].

     Luis Gállego

Este artículo fue originalmente publicado por Luis Gállego el 20 de agosto de 2018 y ha sido revisado y actualizado para su republicación.

[1] Montse Bradford además de su intensa labor editorial dirige cursos en los que enseña la teoría y la práctica de su filosofía culinaria. Para más información al respecto se puede consultar su página web http://montsebradford.es/

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