Para este post hemos elegido recomendar una obra de ficción, como ya hemos hecho en otras ocasiones, su título es “Toxina” del médico licenciado por la universidad de Columbia y famoso escritor, Robin Cook, que fue publicada en 1998. La razón de la elección de esta obra es que constituye una descarnada y precisa crítica a la industria cárnica de Estados Unidos, escrita con el rigor que proporcionan los datos científicos.
Al principio del libro se comparten las preocupantes y desconocidas estadísticas anuales de intoxicaciones por consumo de carne en mal estado y lo graves que pueden llegar a ser. Entre todas ellas la narración se centra en las provocadas por una cepa anómala del E.Coli, la O 157 H7, que se contagia a los humanos si la carne picada entra en contacto en algún momento de la producción con restos de heces de las vacas que tienen esta bacteria y que ellas no les provoca síntomas graves como mucho diarreas. Este organismo surgió a finales de los años setenta y actualmente parece que se encuentra en un 3% del ganado vacuno, pudiendo llegar a ser mortal en los humanos.
A partir de esta base, el autor denuncia algunas de las peores prácticas de la ganadería intensiva. Estas empiezan en la crianza de las vacas durante la cual se trata con antibióticos a animales sanos de forma preventiva para evitar una epidemia que supondría grandes pérdidas económicas para la empresa. Pero, esa forma de actuar provoca consecuencias muy graves para la salud humana porque contribuye a crear cepas resistentes a estos medicamentos, que luego no responden a los tratamientos en los humanos. Además de eliminar bacterias beneficiosas.
Y, en el peor de los casos, se llega a alimentar a las vacas con restos de otros animales de granja muertos incluso con los despojos no aprovechables de sus congéneres. Y se menciona que ese fue el origen de la enfermedad de las vacas locas.
Asimismo se arremete contra los mataderos industriales señalando que, desde los años ochenta, han aumentado el ritmo de producción, y que con esa velocidad resulta humanamente imposible evitar la contaminación. En ese sentido, se pone como ejemplo que se puede llegar a sacrificar una res en doce segundos lo que impide el control del proceso, a lo que hay que sumar el desinterés y la falta de profesionalidad de muchos de los inspectores. Otra de las dificultades para poder llevar un control eficaz es que una partida de carne picada puede estar compuesta por vacas de muchos orígenes, algunos de los cuales pueden ser hasta importadas de países extranjeros. Además, debido a la dureza y repugnancia del trabajo en los mataderos, en ellos se utiliza a mano de obra no cualificada, muchas veces inmigrantes ilegales a los cuales se les explota haciéndoles trabajar en condiciones de higiene y salubridad inaceptables.
Por otra parte también se critican los medios de control existentes pues el Departamento de Agricultura tiene a su cargo al mismo tiempo la misión de potenciar el crecimiento de la industria cárnica y de supervisarla y vigilarla, lo que crea un evidente conflicto de intereses. A ello hay que sumar el fenómeno de puertas giratorias (que no menciona con este nombre) por el cual personas que ocupan puestos en la administración pasan a trabajar en las empresas privadas del sector que antes supervisaban y viceversa. Este fenómeno se produce sobre todo en los niveles intermedios y genera complicidad y clientelismo. Además hay que añadir que la industria cárnica constituye un poderoso lobby con gran capacidad de influir y manipular a funcionarios, políticos y medios de comunicación.
Cook en esta novela se muestra en contra de poner parches a estos problemas como la radiación de la carne. Y plantea que la inspección y control de la carne y aves debería depender de Administración de Drogas y Alimentos (FDA) en vez del Departamento de Agricultura para que no se produzcan conflictos de intereses o que, incluso, fuera privatizada.
Por otro lado, “Toxina” supone también una dura crítica a la gestión privada de los hospitales que prima la obtención de beneficios económicos al interés y cuidado de la salud.
Y esta espeluznante visión de la industria cárnica es desarrollada en una trepidante novela escrita en clave de thriller médico, género en el que el autor es un maestro desde hace décadas. Así, se mantiene la intriga en todo momento gracias a dos líneas argumentales. Por un lado se sigue el periplo por hospitales de una niña de diez años, hija de un cirujano cardiovascular que sufre una grave intoxicación por comer carne en mal estado. Y, por otro, seguimos a su irascible padre, que, convencido de que ha enfermado por haber ingerido una hamburguesa en mal estado y mal cocinada tomada en una cadena de comida rápida, empieza a investigar utilizando en ocasiones medios poco ortodoxos y poco éticos. Ésta empieza en la hamburguesería donde comió la carne causante de la enfermedad. Sigue por la empresa cárnica que suministra a ésta y termina en el matadero. Por el camino se cruzará con asesinos a sueldo, inspectoras de Agricultura idealistas, medios de comunicación comprados, gestores de hospitales, periodistas independientes, etc.
Para terminar el artículo sobre este libro, cedemos la palabra al autor para reproducir la nota final con la que lo acaba y que refleja los motivos y propósitos que le han guiado en su escritura y que nosotros compartimos: “Uno de los requisitos básicos para alcanzar la felicidad es gozar de buena salud, y el requisito mínimo para una buena salud es el agua potable y la comida sana. Como seres civilizados, los humanos nos hemos esforzado por obtener agua potable desde que empezamos a organizarnos, pero sólo la ingeniería civil moderna ha conseguido soluciones duraderas. Por desgracia, las circunstancias que envuelven el segundo requisito son diametralmente opuestas. Hemos ido perdiendo terreno debido a la demanda de una mayor calidad en los alimentos a menor precio. Las prácticas de cultivo intensivo han propiciado nuevas formas de contaminación y amenazan con producir más. Es un problema que exige nuestra atención inmediata”.








