En esta nueva entrada del blog nos gustaría referirnos a las tesis sobre autodisciplina para el cambio desarrolladas por el autor que utiliza el seudónimo de Martin Meadows y que tiene diversas obras sobre el tema.

Así, en su primer libro titulado “Como construir la autodisciplina” se aborda esta cualidad en situaciones concretas desde la perspectiva del desarrollo del autocontrol de los impulsos. En cambio, en el libro que utilizamos como base para este artículo “Autodisciplina diaria”, se trabaja para aumentar la disciplina continuamente de cara al largo plazo. Además, se dan pautas para conseguir una mayor fortaleza mental. La promesa que el autor hace al lector la resume así: “ayudarte a encontrar lo que te funciona en términos de construcción de autodisciplina, y lo que no” (páginas 16-17).

Antes de entrar en materia se aclara que el enfoque de la obra es eminentemente práctico. Por ello la teoría tendrá una importancia secundaria y se dará prioridad a la explicación de las técnicas.

Abordando ya el tema principal, el libro comienza tratando de fijar cuáles son los fundamentos básicos de la autodisciplina. A ese respecto, el autor plantea que la construcción de ésta comienza con una combinación de compromiso con una creencia firme en la consecución del objetivo (confianza).

A continuación se propone que se entrene para enfrentar la adversidad. Para lograrlo hay que colocarse de manera voluntaria en condiciones desfavorables. Esto ayudará a aprender como sortearla y, una vez conseguido, se ganará autoconfianza y seguridad en uno mismo.

Para conseguirlo habrá que tener presente y trabajar la actitud de “Esto también pasará”. Es decir, ser muy conscientes y asumir que la situación, por muy buena o muy mala que sea, es pasajera y cambiara como todas las demás. Eso evitará caer en el orgullo y el egocentrismo cuando nos vaya bien y hundirse en la desesperación cuando las circunstancias sean negativas.

Por último, se indica que, para creer y tener seguridad en el proyecto emprendido, hay que seguir los consejos, el plan o el ejemplo de personas que lo hayan logrado anteriormente.

En el siguiente capítulo se analiza la relación existente entre el ejercicio físico y la autodisciplina. A ese respecto se empieza indicando que los deportistas suelen ser buenos ejemplos del empleo de la misma. En la mayoría de los casos sus logros se deben no sólo a sus dones naturales, sino también a su constancia en los entrenamientos.

Por otra parte, está demostrado que la práctica del ejercicio físico tiene la capacidad de impulsar el cambio de otros hábitos como el de la alimentación, o el consumo de tabaco o alcohol.

Tras mencionar los elevados porcentajes que se suelen dar de abandono de los propósitos de hacer alguna actividad deportiva, el autor propone que se establezca un tiempo al día o a la semana para dedicarlo a esta actividad y que se mantenga pase lo que pase. También se anima a hacerlo en grupo porque se rinde más que solo debido al efecto Kohler.

Si se logra crear esta rutina, se lograrán efectos beneficiosos sobre la actitud. “La actividad física regular mejora tu autodisciplina al enseñarte dos cosas: la forma de adherirte a un plan específico, y cómo ser paciente cuando estás esperando resultados” (página 34). Pero, como siempre, para conseguirlo hay que partir de expectativas y objetivos realistas. Igualmente hay que evitar la excusa de la falta de tiempo que es la más habitual en estos casos. Para ello hay que definir prioridades y tener claro que estamos invirtiendo en salud.

Otro gran campoque permite practicar y fortalecer la autodisciplina es el de la alimentación saludable. En el mundo de la comida nos encontramos sometidos a un bombardeo permanente de tentaciones. Eso convierte el mantener una sana forma de alimentarse en un requisito indispensable para ser una persona disciplinada. Pero esto no se refiere a llevar una dieta determinada, sino a convertir la alimentación sana en un estilo de vida permanente. Por tanto habría que enfocarlo como una carrera de fondo y no como un esfuerzo puntual como tantas veces se plantea. Esfuerzo que suele asociarse a la asistencia a algún evento social importante o a la llegada del verano.

Para conseguir este propósito Meadows indica que no se debe ser demasiado rígido y exigente eligiendo un objetivo que al final acabe siendo inalcanzable. También sugiere que se busquen alternativas agradables a los productos más insanos. En esa línea detalla como se pueden utilizar especias y hierbas para hacer más apetecibles los alimentos o como sustituir el chocolate.

A continuación, Meadows realiza una peculiar propuesta que puede llamar la atención. El autor sugiere que se afronten retos e incomodidades de forma voluntaria. El motivo es que éstos ayudan a forjar el carácter. Y, cuando haya que afrontar desgracias imprevistas, se estará mejor preparado física y mentalmente. Como ejemplos en el libro se proponen: tomar duchas frías, prescindir de forma puntual de comodidades como electrodomésticos o aparatos digitales o algún hábito, o aprender a vivir de forma austera, con menos objetos.

Además, Martin Meadows plantea otras posibles opciones que permitirían trabajar y reforzar el carácter de una forma consciente:

-aprender a afrontar el fracaso,

-hacer las tareas difíciles sin dudar (no procrastinar),

-desarrollar habilidades de comunicación,

-aprender un idioma,

-aprender un deporte que necesite una técnica determinada.

También se pueden emplear para conseguir este objetivo actividades que además contribuyen al desarrollo personal como dominar la honestidad, aprender a confiar en uno mismo, evitar las quejas, superar la timidez.

El último tercio del libro se emplea en matizar lo expuesto anteriormente. Para ello lo primero que se explica es que no hay que excederse en la molestia que se decide soportar al afrontar un reto. Hay que saber diferenciar entre un malestar estimulante y situaciones de estrés innecesarias que desgastan más que fortalecen. Para que lo primero no se convierta en lo segundo es importante por ejemplo planificar y cumplir los tiempos de descanso. Además, también es necesario cultivar una mentalidad positiva que complete y complemente la fuerza de voluntad. Con ella hay que buscar siempre los aspectos beneficiosos y útiles de cada situación en vez de centrarse en los negativos, como solemos hacer. Otras actitudes que ayudarán son agradecer lo recibido, cambiar el lenguaje corporal y ser autocompasivo con uno mismo cuando la situación lo requiera.

Terminamos el comentario de las tesis de Martin Meadows recomendando su obra debido a su enfoque práctico y a que es un especialista que tiene otras obras en las que es posible seguir profundizando en el empleo de la autodisciplina en campos concretos como el ejercicio o la dieta.

Luis Gállego

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