Traemos para nuestros lectores otra historia de una persona que abandona su existencia urbana con la intención de empezar a vivir en medio de la naturaleza. En esta ocasión no se cuenta en un libro, sino en una película. Y, por primera vez en este blog, nos referimos a un film que está ahora mismo exhibiéndose en las salas. Se trata de en “Un lugar salvaje” (“Land” en su versión original). Es un proyecto muy personal pues Robin Wright no sólo es la protagonista, sino también la directora y coproductora del filme.

Como lo que pretendemos en este post es realizar un análisis de la manera en que la protagonista afronta la vida en la montaña, recomendamos que su lectura se efectúe después de haber visto la película porque tendremos que desvelar algunos pasajes de la misma.

La protagonista, Edee, tras una grave desgracia familiar, decide abandonar la existencia que ha llevado hasta entonces y retirarse a vivir en soledad. Para ello elige una destartalada casa de troncos situada en las Montañas Rocosas, cerca del bosque nacional Shoshone en Wyoming. Pero antes de marcharse realiza el acto simbólico y muy poco práctico de tirar su móvil en una papelera. Quizás el comienzo de la historia pueda recordar un poco al de la novela “Niadela” que hemos comentado aquí, Sin embargo, lo cierto es que la apuesta en esta película es mucho más radical y, por tanto, peligrosa.

En algún momento la protagonista dice que ha ido allí para ser más consciente de lo que le rodea y valorarlo. Sin embargo, nos parece que pretender llevar esa forma de vida sin habilidades, conocimientos ni experiencia previa supone una muestra de inconsciencia impresionante. Esta opinión se confirma cuando la insensata protagonista está a punto de morir. Sólo un poco creíble golpe de suerte le salva de ella.

En efecto lo que Edee se va a encontrar no es una existencia bucólica de comunión con la naturaleza, sino un duro camino de aprendizaje en el que tendrá que pagar un elevado precio físico, mental y emocional. Algo sobre lo que ya le previene el viejo lugareño que le enseña y vende la casa. Pero prefiere hacer caso omiso.

Y, a partir de ese momento, su vida en la montaña se convierte en un inventario de errores y despropósitos. No sabe cortar leña. Tampoco sabe como cazar (hasta intenta aprender a hacerlo leyendo un libro). Desconoce como poner trampas para conseguir comida. Hasta casi se le escapa una garrafa de agua en el río y tiene que lanzarse a buscarla.

Pero la situación se vuelve verdaderamente grave cuando un oso entra en casa y, además de destrozarla, acaba con sus reservas de comida mientras ella está en el baño. En ese momento el personaje interpretado por Robin se ve obligada a cazar por primera vez. Y descubre que no se encuentra preparada ni mental, ni emocional ni espiritualmente para hacerlo. Es entonces cuando toca fondo e intenta suicidarse.

Finalmente, cuando está a punto de morir por inanición y congelamiento, aparece el cazador Miguel Borrás acompañado de una enfermera y le salvan la vida. A partir de ese momento comienza una segunda parte de la película mucho más amable y humana. En efecto, el recién llegado le enseñará a Edee a cazar, a poner trampas, a cultivar y, en definitiva, a vivir como una mountain women.

Se agradece que la cinta no incurra en el recurso sensiblero y previsible de que la relación entre los protagonistas se convierta en historia de amor. En vez de eso, al final de la película, se produce una revelación que da un interesante giro al argumento dotándolo de significado y sentido. Ella va a visitar al cazador a la ciudad de Quincy (estado de Washington). Allí Miguel le revelará que el ayudarla a ella ha supuesto un proceso de redención y reconciliación que le permite morir en estado de gracia. Descubrimos también cuál fue la tragedia familiar que llevó a Edee a abandonar su mundo y que su amigo le ha ayudado a recuperar las ganas de vivir.

En definitiva, nos encontramos ante una película que quizás no vaya a ser del agrado de todos los espectadores por la dureza y falta de diálogos de su primera parte. Sin embargo, la fuerza de sus dos personajes principales y la humanidad y credibilidad que les aportan los actores contribuyen a que merezca ver esta película honesta alejada de los cánones de Hollywood. En cuanto a la temática del blog, el film aporta una realista reflexión sobre la posibilidad de llevar una vida aislada en un entorno natural.

Luis Gállego

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