
En esta ocasión recomendamos en el blog el libro «En zapatillas a los 40» de Virginia Lancha y Óscar Alonso. Los dos autores, corredores habituales desde la infancia y pareja con hijos, cuentan en este libro como iniciarse en el correr y el universo runner. Para hacerlo se inventan dos personajes, Felipe y Marta, que compartirán un diario ficticio sobre sus inicios y progreso en esta actividad. Además, después de cada capítulo, los escritores aportan su opinión y consejos sobre cada uno de los temas que se van tratando. Por su enfoque y por el público al que va dirigido este libro nos recuerda el de Begoña Beristain que ya hemos comentado en este blog.
Así, Felipe comienza su diario en enero de 2014; 15 días después de sufrir un ictus isquémico y pasar por la UCI. En cambio, Marta lo hace para conseguir una figura más delgada y estilizada. Esto da pie a los autores, para explicar la importancia de la motivación si se tiene como objetivo salir a correr de manera habitual. Y explican que es mucho más útil y eficaz si esa motivación es intrínseca, es decir, nace del propio individuo, que si es extrínseca o impuesta por factores exteriores. El caso de los protagonistas, por tanto, sería un ejemplo de motivación intrínseca: él para mejorar su salud; ella por sentirse más a gusto con su aspecto físico.
A continuación, Felipe y Marta, hacen su primera salida a correr obteniendo parecidos y desastrosos resultados. Durante ella, descubren su mala forma física y que su proyecto no iba a resultar tan fácil como creían. Los autores recomiendan que se midan las fuerzas al empezar y que se sea prudente en esa primera salida. También recomiendan los programas caco, que combinan el caminar y el correr para ir ganando fondo poco a poco.
En su primer intento estos aprendices de corredores no sólo descubren su estado físico, sino también lo inapropiado de su vestimenta y calzado. Felipe usa una equipación de sus tiempos de futbolista amateur. Marta opta por comprarse ropa de deporte vistosa y elegante, pero poco práctica para salir a correr.
Los protagonistas indican que lo primero que hay que hacer es invertir en sentido común y, para la ropa dan algunos consejos: “No olvides comprar las zapatillas al menos un número más grande que tu número habitual porque el pie puede desplazarse hacia delante mientras corres y, sino contacta con la juntura de la zapatilla evitaras lo que se conoce como “uñas negras”. No olvides además que el flujo de sangre a los pies aumenta al correr y estos pueden hincharse. No optes por zapatillas estrechas al principio. Con respecto a la ropa, lo fundamental es la libertad de movimientos, la transpirabilidad y que los remates de las costuras sean suaves para evitar rozaduras indeseadas. Antepón siempre la comodidad a la estética en caso de duda” (página 52).
En la siguiente semana Felipe se siente más cómodo y a gusto mientras corre. Él mismo lo cuenta de esta manera: “corriendo fluyo, se ordena el mundo, miro hacia adelante y no hacia atrás” (página 59). Eso no impide que en una salida se distraiga con el móvil y tropiece quedando con los gemelos doloridos, aunque sigue corriendo. Ella, por su parte, debido a un disgusto sentimental se excede corriendo y luego la pierna.
Esto da pie a los autores para escribir sobre las lesiones. A ese respecto comienzan recordando que, antes de empezar cualquier actividad deportiva, es conveniente hacerse una prueba de esfuerzo y también comprobar el índice de masa corporal por si es necesario perder peso. También recuerdan que la mayoría de las lesiones se producen por un sobrentrenamiento o por una mala técnica de carrera. Recomiendan que se haga caso cuando surgen pequeñas molestias, que se estire siempre y que se practiquen ejercicios para reforzar el tren superior y para correr erguido. Terminan recordando que el mejor corredor no es el que más kilómetros recorre, sino el que los hace con cabeza.
A continuación, asistimos a un salto evolutivo de los protagonistas Marta y Felipe que empiezan a tomar el running como una parte importante de sus vidas y a experimentar sus verdaderos beneficios. Así, él va a un especialista a que le haga un estudio de su forma de pisar para comprarse calzado que le ayude, y se apunta a un grupo que corre con un entrenador. Descubre, además, lo que le ha aportado esta forma de hacer ejercicio físico. “Hace casi dos meses que salí del hospital, el cambio en mi vida ha sido notable y lo de menos casi han sido los cuatro kilos que me he quitado de encima. Noto que respiro mejor por las mañanas, que ya no termino los entrenamientos tosiendo como un Barreiros frío, que mi autoestima mejora cada día y se deja ver en mi rendimiento laboral” (página 78).
Por su parte, para Marta sus motivaciones iniciales de bajar peso van perdiendo importancia. Las sustituye por el gozoso descubrimiento de que desde que corre duerme mejor, come mejor y su estado general es mejor. Se da cuenta que su estado anímico ha mejorado y que se ha distanciado de sus problemas sentimentales. Estas experiencias sirven a los autores para hablar del momento en que uno pasa de ser un aficionado a convertirse en un verdadero corredor.
En la siguiente fase, Felipe comienza a hacer series y, como vamos comprobando que suele ser habitual en él, se excede un poco al principio. Sin embargo, la experiencia le sirve para aprender sobre el noble arte de la carrera y para mejorar sus tiempos. Marta empieza a correr con otros aficionados y con ello descubre que existen otras motivaciones diferentes a las narcisistas que le impulsaban al principio.
Los autores intervienen para puntualizar como debe ser el trabajo intensivo para la mejora del ritmo y la velocidad. Así, recomiendan que no se introduzcan cambios en los entrenamientos hasta que se sea capaz de correr una hora con facilidad y de manera regular. Hasta que llegue ese momento se da el siguiente consejo: “Márcate como objetivo unos minutos a mitad del entrenamiento a un ritmo más alto e intenta no perder el ritmo en los repechos. Es importante que sea a mitad del entrenamiento porque es contraproducente acabar de entrenar con pulsaciones a tope y músculos en tensión máxima. Tus músculos tienen memoria y retienen la sensación que tenían al final de un entrenamiento y la proyectan al momento en el que vuelves a la carga el siguiente día. Nunca lo olvides” (página 101).
Después se dan algunos consejos sobre cómo hacer series y cómo entrenar en pista; recordando que no se debe olvidar de diversificar el ejercicio y dejar que el cuerpo tenga tiempo suficiente para asimilar la carga de entrenamiento.

En la siguiente etapa se produce un inesperado acercamiento en los intereses y formas de entrenar de Marta y Felipe. Él descubre el aspecto social del running y empieza a participar en quedadas para correr y a relacionarse por internet con personas que comparten esa afición. Ella, por su parte, descubre en que consiste hacer series y empieza a practicarlas para mejorar su estilo y velocidad. Este acercamiento, de forma todavía más sorprendente, se convierte en físico cuando Marta y Felipe se encuentran por casualidad en un concierto y tienen una aventura. Las andanzas de ambos sirven para que se hable del componente social de salir a correr y como éste se ha potenciado debido a las redes sociales.
Lo siguiente que se cuenta en los diarios es como los protagonistas, a los que a estas alturas el lector posiblemente ha cogido cariño, afrontan la prueba de fuego de su primera carrera. Felipe elige una con un recorrido de 10 kilómetros por el centro de Madrid que se celebra a finales de abril y que aborda con su característico afán competitivo, lográndola acabar por debajo de los 50 minutos como se había propuesto. Por su parte, Marta elige una carrera de 5 kilómetros que se celebra a principios de ese mes y que acaba ufana y orgullosa de haber sido capaz de terminarla.
Seguidamente Virginia Lancha y Oscar Alonso proporcionan unos valiosos consejos acerca de cómo afrontar la primera carrera. Así, recomiendan elegir distancias cortas para empezar y tener muy clara la motivación para embarcarse en esta aventura. También resulta conveniente no afrontarla con un objetivo demasiado exigente, siendo suficiente con ser capaz de terminarla.
Por otra parte, para la preparación es aconsejable hacer simulacros de la misma distancia unas semanas antes para saber lo que se experimenta y como responde el cuerpo y la mente. También es importante disminuir el entrenamiento los días previos y cuidar la alimentación. Respecto a esto último conviene evitar las comidas copiosas e indigestas y realizar una carga de hidratos de carbono. Para la cena del día anterior se recomienda pasta y, para el desayuno previo a la prueba, que sea ligero e incluya proteínas. No conviene beber demasiado para no tener que interrumpir la carrera para ir al baño. Igualmente hay que haber probado previamente los geles o barritas energéticas que se vayan a probar. Tampoco se debe estrenar ninguna prenda el día de la carrera.
Al lugar de salida hay que llegar “con tiempo suficiente para dejar la mochila en el ropero, recoger el dorsal, colocarte convenientemente el chip, ir al baño por última vez, calentar el tiempo que necesites. Tienes que tomar la salida relajado. La tensión atenazará tus piernas y no te dejará respirar convenientemente (página 145). Una vez empezada la carrera hay que controlar la euforia para no salir demasiado rápido y pagarlo al final. Para ello hay que controlar el ritmo de paso por kilómetro y tratar de ir de menos a más. Si se bebe agua, conviene que sea poca y a tragos cortos para no atragantarse.
El contacto con Marta y Felipe a través de sus diarios se retoma en septiembre. Sorprende entonces como han cambiado sus actitudes. Él parece más sereno y centrado. Su intención ahora es correr para divertirse y salir en grupo. Parece que ha olvidado el hacerlo para competir o exigiéndose cada vez más hasta que se convierta en una obsesión. Ella ha perdido diez kilos y varias tallas y ha estilizado mucho su figura, pero ya no sale a correr por ese motivo, sino que lo hace por disfrutar de la experiencia.
En las conclusiones del capítulo se recuerda que el running sólo es una herramienta más de las muchas que se pueden emplear para imprimir un giro a la propia vida. Se recomienda que esta actividad no se convierta en una obsesión porque todos los comportamientos compulsivos son indeseables. Y se acaba recordando que “lo importante es saber hacia donde vamos y pasarlo bien durante el viaje: aprender cada día es una obligación. Errar. Superarse. Reír y sobre todo ser agradecido tanto por lo que recibimos como por aquello que somos capaces de compartir” (página 161).
Terminando el libro, un año después del inicio de sus diarios, Marta y Felipe corren la San Silvestre y lo hacen de una manera tan natural y tranquila que deja patente que el running ya está perfectamente integrado en sus vidas como una tarea cotidiana más. Lo mismo parecen considerar los autores que ya no ven necesario seguir comentando las andanzas de sus criaturas literarias.
Finalmente, Marta y Felipe, se encuentran por casualidad mientras corren por la ciudad y se reconocen después de su flirteo en el concierto e inician una relación.
Esperamos que sus aventuras como pareja y corredores sean contadas en una próxima entrega. Hasta entonces recomendamos este libro ameno y divertido, especialmente a los que se quieren iniciar en el correr, ya sean maduritos o más jóvenes.
Este artículo fue originalmente publicado por Luis Gállego el 20 de enero de 2019 y ha sido revisado y actualizado para su republicación.






